lunes, 4 de noviembre de 2013

Vista de More

Día 1 Poca paciencia
Como el novio de Lorena (que, muy oportunamente, también se llama Carlos, como More) iba a llegar el mismo día que More, pero un par de horas más tarde decidimos madrugar e ir juntas a recogerlos a Roma. Como ella tenía tiempo, iría a recogerlo al mismo aeropuerto de Ciampino, porque además ellos se iban a quedar esos días en Roma, y su autobús estaba cerca de allí. Total, madrugón del quince, a las cinco de la mañana en pie y a las seis en la estación de trenes esperando el tren. 
Total, que llegamos, Lorena se marcha para Ciampino y yo me quedo esperando a More. Y cuando llegó, os podéis imaginar. En fin, no lo describo que fue  muy moñas.
Temiendo que nos pasara como cuando vine con mi madre (es decir, llegar temprano y tirarnos tooodo el día esperando el tren) cogimos el primer tren a Viterbo que pasaba y nos metimos en él. Yo, que tengo entrenada la paciencia de estar aquí, no se me hizo tan largo, pero More lo sufrió en silencio, como las hemorroides.
Al llegar descubrimos, cómo no, que no podía quedarse en mi residencia (en fin, eso es un tema aparte del que hablaré el día que reúna las fuerzas suficientes) así que salimos, primero a buscar hotel para los dos, y segundo para enseñarle el pueblo. Aunque es deprimente, ahora se hace de noche a las 5 de la tarde. Total, que encontramos hotel en seguida, cerca del pueblo, y nos hicieron una rebajita en el precio y todo (aviso a los pasajeros: los hoteles en este pueblucho de mierda cuestan igual de caros que un 3 estrellas en Madrid, tócate la castaña).
Total, que con el tema Hotel resuelto, sólo quedó ir a cenar y dar una vuelta por el pueblo.

Día 2: Levantarse con el pie izquierdo
En su segundo día quería llevarle de visita a Caprarola, pero nos levantamos media hora más tarde de lo que habíamos acordado, lo que propició que perdiéramos el primer autobús hacia allá, lo que propició que estuviésemos una hora esperando y en el siguiente autobús pasaran los revisores. Nosotros habíamos pagado religiosamente por los billetes, pero yo había olvidado validarlos al subir al autobús (vamos, lo que se dice ticar de toda la vida) así que multa que te crió. No sé, me parece lógico que te multen porque sin validar un billete puedes viajar con él para siempre, pero en el nuestro ponía la fecha en la que había sido sacado y era sólo hacía un par de horas, no es que nos quisiésemos colar por toda la cara, es que no estamos acostumbrados a ticar, eso es todo... Intenté explicárselo pero la mujer, que necesitaba allbran urgentemente, no nos dio nada de cancha y ale, multazo. 
Y aunque pagué yo la multa de los dos (porque, al fin y al cabo, soy yo la que vive aquí y debería estar pendiente de estas cosas), More se quedó amargado ya para toda la visita, que es lo que más rabia nos dio.
Encima en el transbordo el autobús tardó dos horas en pasar. (Aviso a los pasajeros: si os pasa esto a vosotros no paguéis en el momento, aunque sea la mitad: dad la dirección de España, que a saber si la multa acabará llegando, y entre que la recurrís... lo pensamos nosotros después de haber pagado al momento, y nos dio rabia haber estado lentos en ese sentido).
Pero pude sacarle una foto bonita a una plantación de moras que había al lado de la parada, ¡tan gordas que parecían chucherías!

¡Por fin llegamos a Caprarola!


Y aquí pasó la cuarta gran putada del día: como habíamos llegado tarde sólo pudimos visitar el palazzo, pero no los jardines. Me hubiese gustado que los viera, pero en fin...

Aluvión de fotos:





La última gran putada del día: como aquí las cosas van como van, desde la última vez que vine habían cambiado el sitio para coger el autobús, así que perdimos el que nos correspondía y tuvimos que esperar tres horas (literalmente) a que pasara el siguiente.
Aquella noche, a pesar de que era Halloween, sólo pudimos dar un pequeño paseo y cenar tranquilamente antes de sumirnos en un sueño reparador.

Día 3: ¡Cumpleaños feliz!
¡Pero el día siguiente era un día feliz! Porque el 1 de Noviembre es el cumpleaños de mi príncipe (mi Bestia, más bien), así que después de muchos mimitos y achuchones en el hotel, nos fuimos a comprar un desayunito bien rico para celebrarlo. More un pastelillo de mousse de fresa, y yo un curasán, o como lo llaman aquí: cornetto. Nos los comimos observando las vistas que hay desde la terraza de la piazza dei Papi, uno de los sitios más bonitos que hay por aquí.


Y luego, paseito por el pueblo, así que de nuevo aluvión de fotos:




Este restaurante siempre me hace gracia porque parece que diga "la Fallera"



¡Y al volver a la resi me hizo una tortilla! No sabía exactamente igual que las tortillas que me hace en España, porque evidentemente los materiales siempre son algo diferentes, pero a mí me supo a gloria bendita. Con eso, y el jamón que me metieron mis padres en la maleta, era como estar en mi casa.

Día 4: Karma raro
La noche anterior habíamos reservado un hotel por internet para tener cama en Roma y poder pasar la noche allí antes de que More se fuera definitivamente de Italia. Total, que cuando fuimos a hacer el check in empezaron a pasar cosas raras: de primeras, no se hacía en el hotel que habíamos reservado -que más que un hotel, parecía una pensión- sino en un superlujoso que había al final de la calle. Después, nos llevaron a otro todavía más lujoso y desde él nos condujeron a una finca antigua, y nos dieron esta habitación: un duplex de unos 30m2

¡Con la planta de arriba con la pared partida! ¡Como siempre había querido tener en mi casa!





Era pequeño como una caja de cerillas pero lo flipamos, lo flipamos en colores porque habíamos pagado 40€ por él! No sabíamos muy bien qué había pasado; llegué a temer en serio que una banda de albanocosovares llegara por la noche a sacarnos los riñones. Total, que nos enteramos y resulta que es que habían tenido un problema con la habitación que nos iban a dar (seguro que algún rollo de overbooking) y nos llevaron a un hotel vecino. Y nosotros ¡encantadísimos, joder! Si pudiera me quedaría a vivir allí. ¡Al final de la calle se veía el monumento a Victor Manuel, por dios!

Aluvión de fotos random:
Iglesia bonita random
Museo con una exposición del National Geographic que me quedé con ganas de ver



Como me había hecho un planning muy concienzudo de lo que quería ver en aquel viaje a Roma metimos el turbo para poder verlo todo antes de que oscureciese mucho (que, ahí donde lo veis, son las tres de la tarde). El planning empezaba forzosamente en la piazza Navona porque desde la primera vez que fui a Roma quería comprar una muñequita de trapo que era Bella y cuando la girabas era Bestia. Pero joder, lo que el karma nos había devuelto con el hotel (por el tema de la multa y demás), nos lo quitó de nuevo, porque ya no quedaban, así que dimos la vuelta tonta para nada. 
Perdón, para nada no, porque ¡joder, la piazza Navona!

La juguetería


El planning seguía para ver de cerca el castillo de Sant'Angelo, sabiendo de sobras que no podríamos entrar a verlo por dentro si queríamos ver el resto de cosas, así que nos contentamos con cruzar el rio y verlo de cerca. Es mucho, mucho más bonito de lo que había imaginado (la última vez sólo pude verlo de lejos).


Y al otro lado se veía el Vaticano. Flipando me hallaba.


El río, que me tenía fascinada con esos puentes

Y después nos encaminamos rápidamente para ver el tempietto de San Pietro in Montorio, de Bramante, que es una de mis obras favoritas. Lo que no sabía es que no sólo estaba en Narnia, sino que iba a ser jodidísimo de encontrar. 
Nos encontramos antes con el sepulcro de Garibaldi.

Y el tempietto lo encontramos de pura casualidad. Y de nuevo, mala suerte, acababan de cerrar hacía cinco minutos. Si no hubiésemos llegado a perdernos...

Pero me da igual, aun así verlo fue increíble: después de hacer un trabajo sobre él, verlo en persona, ahí, tal cual en las fotos... ains

Luego fuimos corriendo a ver la pirámide, que nunca jamás en la vida había oído hablar de ella, y allí nos encontramos con Lorena y su novio -a quienes habíamos visto por la mañana, antes de entrar al hotel- y desde allí continuamos juntos para ver las termas de Caracalla. 


Que fue muy gracioso: después de darnos el pateo del siglo, pasamos por delante de ellas sin saber que lo eran, porque More mantenía que tenían que estar más adelante, pese a que yo decía que tenía que ser eso por narices. Pero claro, entre que era de noche (pero no flipéis, que eran las seis de la tarde), que estábamos cansadísimos y que encima, llovía, pues como para orientarse...
Total, que sólo les hice una foto, y ni siquiera les presté mucha atención. Todo el pateo para pasar por delante como si nada, si es que manda narices...


Y después de perdernos un vez más, aunque yo ya prácticamente llorara por el dolor de pies (en serio, creía que jamás en mi vida podría volver a ser feliz, o a caminar, o a nada), volvimos al hotel y allí descansamos.

Día 5: Bye bye love
Intentando poner al mal tiempo, buena cara, decidimos sacarnos unas fotos recién levantados, expresando nuestro amor y moñosidad. Y luego, simplemente, yo cogí el tren a Viterbo y él, el autobús al aeropuerto, y de allí a casa. Qué asco de todo. 

Conclusión

More estuvo todo el viaje un poquito amargado y refunfuñoso. Me da la impresión de que esperaba que el sitio donde vivo fuera peor, y yo quisiera aprovechar y volver con él, o que esperaba que fuera mejor, en cuyo caso no entiende por qué prefiero quedarme aquí antes que regresar a mi Valencia querida. No lo sé. En cualquier caso, mantengo que aunque esto sea duro, jodidamente duro, nos vendrá bien a los dos. Porque una relación de pareja no se puede basar en un hombre llevando una jaula con un pajarillo del que estar siempre pendiente. Y esa era yo, solo que estaba enjaulada en mis propios miedos e inseguridades. Y lo que no puedo es pretender ser una niña toda la vida, y -aunque sea cómodo, lo reconozco- pretender tener siempre una figura que me solucione todos mis problemas. Vamos, que tengo que mover el culo.

Como sea, no sé si la visita ha estado bien o no (por el tema de que ahora le echo más de menos que antes), pero sí sé que me ha encantado poder verle. Ojalá se hubiese quedado aquí.

3 comentarios:

  1. Eres una campeona y toda una mujer. Ahí también aparecen los genes Segado ;)
    Ánimo que esta experiencia es fabulosa e irrepetible (ojala hubiera podido hacerlo yo).
    Un beso, TE QUEREMOS.

    ResponderEliminar
  2. Y es que los días se pasan tan rápido...
    Bueno, al menos han estado bien aprovechados, aunque hayáis tenido que soltar la gallina más de lo normal entre pitos y flautas, hay que joderse. Pero bueno.
    Envidia de nuevo al veros en Roma y Caprarola!!

    Y por cierto, felicita al More de mi parte!!!

    ResponderEliminar
  3. Estáis muy guapos. Los hachazos en Italia son normales, no hay que agobiarse más de lo necesario, Carlos

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...